LA DESPARECIDA CASA DE CONTRERAS EN LA RAMBLA DE MANJÓN. UNA CASA SEÑORIAL DEL SIGLO XVII

LA DESPARECIDA CASA DE CONTRERAS EN LA RAMBLA DE MANJÓN. UNA CASA SEÑORIAL DEL SIGLO XVII

 

 

                                                             Manuel Domínguez García

 

 

Unos de los personajes mas importantes de Motril durante las segunda mitad del siglo XVI y los primeros decenios del XVII fue Alonso de Contreras, nacido en esta ciudad en 1525 y que ostentó los cargos de regidor perpetuo, alcalde mayor y depositario general del Ayuntamiento, además de ser juez y administrador de las salinas del reino de Granada.

Casado con Ana Gutiérrez, perteneciente a otra de las grandes familias motrileñas dueña de ingenios azucareros e importantes propiedades en la vega, amasaron una gran fortuna lo que les permitió  tener dos ingenios de fabricar azúcar, el Nuevo y el Viejo, casi mil marjales de tierras en la vega, una gran viña en el Magdalite, y  bastantes casas.

Fue fundador de la iglesia del convento de la Victoria, cuya capilla mayor fue el lugar elegido para su entierro para si y sus sucesores, como así consta en los documentos de fundación  y en las grandes cartelas que aun hoy se conservan en los laterales de la citada capilla.

Conocemos poco de su vida con anterioridad a 1570 pero si sabemos que a partir de la expulsión de los moriscos se lanza a una frenética carrera de compras de cargos y propiedades, que lo convierten en pocos años en uno de los hombres más ricos e influyentes de Motril, sólo superado por el conde Bornos y la marquesa de Valera.

En estos años adquiere el mayorazgo de Lezacano, los 700 marjales del pago de Trafarramal la viña del Magadalite, las tierras del Sarracín y de Paterna, el mesón de la puerta de Granada, el horno de la calle de la Muralla, conseguirá el ingenio Viejo y construye el Nuevo.

Y es precisamente en estos años finales del siglo XVI cuando decide hacer su casa principal en Motril, aunque ya poseía otra en el barrio de la Magdalena de Granada.

En 1589 Contreras compra un solar a Bartolomé Melguizo y su mujer, Francisca Pérez de Lamas, situado a las espaldas del la Iglesia Mayor por la puerta de poniente y que llegaba hasta la Rambla del Manjón,  Este solar  fue originariamente propiedad de la Iglesia Mayor que lo había adquirido para cementerio de los moriscos y que no necesitando tanto terreno para el camposanto tras la expulsión de los motrileños cristianos nuevos, vendió parte del citado solar. En este terrenos comenzaría Contreras a edificar su casa, comprando, además, en 1590, 1591 y 1593 dos solares colindantes y un corral para ampliar su propiedad.

No conocemos quien hizo la traza de la casa pero debieron ser alarifes motrileños como Cristóbal de Roa o Juan Ruiz, conformándola como un cuadrado con patio central y paramentos de ladrillo y concebida para poner de manifiesto la elevada posición social de sus dueños y cuya construcción se debió  terminar entre últimos años del siglo XVI y primeros del XVII.

 


 

La casa se organizaba en triple planta, con un sencillo esquema de dos crujías o cuerpos paralelos enfrentados, uno en línea con la Rambla de Manjón y otro que daba a una estrecha calleja que desde el cementerio daba a la Puerta de Granada. Se completaba el diseño con otras dos crujías laterales perpendiculares que encerraban el patio central cuadrado.

Tenía la casa de Contreras una gran apertura hacia la Rambla, la planta baja se estructuraba entorno a la portada de acceso de gran tamaño, ubicada en el centro de una  fachada de gran sencillez y simetría y enmarcada por jambas y arquitrabe de tres fajas o platabandas escalonadas, realizadas en el mismo mármol gris que la portada de la iglesia de la Victoria y que seguramente provenía de las canteras del cerro del Toro. A sus lados ventanas rectangulares que en su  origen tendrían rejería de forja.

Separada por una fina línea de imposta, la segunda planta se caracteriza por el balcón central rectangular sobre la portada y con antepecho y tornapuntas de hierro forjado. Coronando el balcón existía un friso de motivos geométricos rematado en un frontón triangular en cuyo tímpano estaba colocado el escudo de la familia Contreras, que aparece partido verticalmente, una parte con cuatro barras y la otra con castillo almenado invertido, bordura con ocho cruces aspadas. Rodeándolo roleos vegetales y celada orientada hacia la izquierda.

A los lados del balcón sendos vanos rectangulares con reja saliente de forja artística con antepecho de hierro y rematada con guardapolvo, de las que se conservaba sólo una en los años 70 de pasado siglo.

Una ligera moldura de separación da paso a la última planta constituida por una algorfa  o sobrado con galería de arcos de medio punto con ménsula en la clave sobre pilastras toscanas y separados entre si por pilares rectangulares.

Se concluye la fachada con una sencilla cornisa poco diferenciada y alero volado sobre canes.

Al interior se accedía, tras la portada, a un zaguán que desembocaba en el patio empedrado como centro organizador de la casa rodeado de galerías en su perímetro. La de la planta baja era adintelada con entablamentos de vigas sobre zapatas todo de madera y  sostenidas por columnas toscanas de piedra.

Una escalera de rincón situada en la esquina izquierda del patio daba acceso a las galerías superiores donde se repetía el esquema anterior pero sostenidas ahora por pies derechos y zapatas de madera muy del gusto mudéjar y con barandales al patio también de madera. La escalera estaba decorada con una cúpula vaída con motivos vegetales y heráldicos del escudo  familiar en las pechinas.

Alrededor de estas galerías se estructuraban las dependencias de la casa, aunque todo estaba muy modificado ya en el siglo XX al haberse convertido en una casa de vecinos.

La parte de atrás del edifico tendría las cocinas, jardín cuadras y corrales.

La casa pasaría después de los días de Alonso y Ana de Contreras al mayorazgo  creado para su nieta, Mariana Lisón y Contreras, y de ella pasaría a ser propiedad de los marqueses de Algarinejo, que la venderían a finales del siglo XIX.

Convertida en casa de vecinos, se derrumbaron dos habitaciones en la parte posterior del edificio por los temporales ocurridos en enero de 1977 y a pesar de encontrarse afecta a declaración de interés nacional para su conservación por parte de la comisión del Patrimonio Histórico-Artístico de Granada, el Ayuntamiento de Motril venía tramitando desde hacía meses un expediente de ruina de la casa, hasta que al final se derribó en 1978.

Desaparecía, así, uno de las edificaciones más antiguas que quedaban en nuestra ciudad, mermando el escasísimo patrimonio que de edificios civiles subsistían en Motril.

 

 

 

LA ERMITA DEL CARMEN. UNA REFLEXIÓN GRÁFICA DE UN MONUMENTO HISTÓRICO MOTRILEÑO

 

LA ERMITA DEL CARMEN. UNA REFLEXIÓN GRÁFICA DE UN MONUMENTO HISTÓRICO MOTRILEÑO

 

                                                  Manuel Domínguez García

 

A través del tiempo y de la historia de las ciudades, las personas han ido modificando muchos de los usos que se tienen en la arquitectura y estos cambios hacen que se adapten y creen nuevos sistemas de funcionalidad. Por lo que la arquitectura se ha vuelto un tanto general, ya que muchos de los edificios históricos que aún subsisten de épocas pasadas, han sido transformados en ocasiones en espacios que no corresponden a la idea principal para la que fueron creados, alterando su estructura original  y en los que únicamente se deberían haber hecho obras de rehabilitación, consolidación y restauración; es decir, asegurar su conservación. Todo ello, bajo la firme convicción de que el conocimiento sobre el patrimonio y su difusión a la sociedad resulta siempre el camino más directo y seguro para garantizar su preservación en el tiempo.

Esta concepción de la conservación nos llevaría inevitablemente, a la necesidad de la investigación sobre el patrimonio histórico-artístico desde una perspectiva interdisciplinar, sobre todo desde una concepción global unitaria y convergente hacia ese objetivo común de identificar los valores inherentes de cada edificio considerado histórico que justifican su trascendencia y buscar los medios para su protección. Algunos de estos valores tienen incidencia directa en su propia realidad física, como la rehabilitación en sí misma, pero existen otros valores como los históricos, simbólicos o afectivos, que son en mayor o menor medida inmateriales, pero no por ello resultan menos importantes a la hora de su consideración como bienes de la colectividad o patrimonio histórico. Toda protección patrimonial debe, por tanto, basarse en identificar estos valores, como paso previo a cualquier actuación constructiva en edificios considerados históricos.

La intervención sobre el patrimonio arquitectónico de una ciudad implica un ejercicio de gran responsabilidad por parte de las personas que han de llevarla a cabo. La realización de una fase previa de estudios complementarios, así como la participación de equipos multidisciplinares en el proceso de desarrollo de los proyectos de intervención en cualquier edificio histórico, supone un buen punto de partida para poder lograr una intervención coherente con el monumento y su entorno, este último, entendido como el espacio que rodea al edificio histórico y que, también, debe preservarse.

En Motril, por desgracia, hemos perdido mucho del patrimonio arquitectónico histórico legado por nuestro pasado, pero todavía hemos podido conservar algunos, muy pocos, edificios históricos de interés, que merecen la pena de ser protegidos de los derribos o de intervenciones arquitectónicas desafortunadas que destruyan la concepción, el uso y el entorno que se les dio en su origen.

Para el conocimiento de estos edificios que aún conservamos poseemos, al menos desde primeros del siglo XX, además de antiguos datos escritos, la fotografía que se ha convertido en todo un documento histórico básico para estudiar la evolución arquitectónica de algunas de estas edificaciones que conforman el patrimonio histórico-artístico de nuestra ciudad. Gracias a los fotógrafos motrileños, sus fotografías y a quienes la han guardado, se ha podido ilustrar parte de la memoria colectiva de la ciudad, recuperando fragmentos de su recuerdo visual.

Y para acercarnos a esa memoria histórica visual de nuestro patrimonio, queremos hacerlo a través de las fotografías existentes de uno de nuestros monumentos emblemáticos, la tradicional ermita de Nuestra Señora del Carmen, antiguamente San Roque, situada sobre un pequeño promontorio natural elevado, cuyo centro lo ocupa una cruz de piedra, en la confluencia de las calles Camino de las Cañas y san Roque. Está constituida por un conjunto integrado por dos edificaciones de distinto tipo y construidas en épocas diferentes. La primera, situada en el costado oriental del actual templo, es seguramente parte de la primitiva ermita dedicada a la advocación de san Roque erigida según los datos existentes con anterioridad a 1547 y situada a la salida de Motril en el camino de Granada. A esta ermita originaria, se adosó en su costado oeste, una nueva edificación bastante más grande y de mayor calidad, construida en una fecha que ignoramos, aunque con toda seguridad debió ser en el siglo XVII por lo que indican sus características arquitectónicas y dedicada, tras la epidemia de peste de 1679, a la advocación de la Virgen del Carmen. El edificio no sufrió daños en su arquitectura durante la Guerra Civil.

Las fotografías que se han conservado (Gracias a “Recuperar la Historia de Motril” de donde las obtenemos) de esta iglesia desde principios del siglo XX hasta la actualidad, nos permiten conocer visualmente la evolución de la edificación y su entorno.














Merece la pena contemplar las fotos de esta vetusta y popular ermita motrileña y apreciar sus trasformaciones en los últimos cien años, en el contexto de la valoración y conservación del patrimonio histórico de la antigua ciudad que es Motril.



  DATOS SOBRE EL SEXENIO REVOLUCIONARIO Y LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MOTRIL QUE NUNCA EXISTIÓ EN 1873                              ...